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UN OASIS EN MEDIO DEL DESIERTO: CUATROCIÉNEGAS, COAHUILA.


El despertador sonó exactamente a las 04:00 am. Para mi gusto, es muy de madrugada. Aún así, me pongo en pie y alisto mi pequeña mochila para emprender el viaje. Una camioneta espera afuera del hotel donde me hospedo. Abordo la unidad y, mientras esperamos a los demás pasajeros le pregunto al guía:


- ¿En cuánto tiempo llegaremos a Cuatrociénegas?
- Fíjese señorita que desde aquí de Saltillo,  estaremos por el centro de Cuatrociénegas como a eso de las 09:30 o 10:00 am.

El camino será algo largo, pienso. Llegan los demás pasajeros y partimos a las 04:30 am. Durante el camino, se puede apreciar la variedad de colores azules y naranjas que van desvaneciéndose con el amanecer. La vegetación también cambia: los nogales, piñoneros y otros arbustos se van transformando en otra vegetación que sólo en fotos había visto. 

Una ilegible figura se vislumbra desde lo lejos en lo alto de una montaña. Es el Varón de Cuatrociénegas, Don Venustiano Carranza, quien nos da la bienvenida a su tierra natal.


Tal como había dicho el asesor, llegamos al centro a las 09:30 am.


Al llegar al centro, se puede desayunar en alguno de los restaurantes que rodean la plaza central. Disfrutar de una rica machaca con huevo y de las deliciosas tortillas de harina es algo que no se puede dejar de hacer.


El Centro de Información para el Visitante “Poza Azul”, que se ubica a 8 km de la plaza principal, es uno de los sitios que se deben conocer. Al llegar, un guía local, de nombre Jorge,  nos explica que el Valle de Cuatrciénegas emergió del mar hace millones de años. Gracias a ello, existe un complejo sistema de pozas, ríos subterráneos, manantiales, lagos y ciénegas. 


En 1994 fue declarado Área Natural Protegida por su frágil ecosistema. Habitantes de este sitio son la Tortuga Bisagra y la Mojarra de Cuatrociénegas, que están en peligro de extinción.

Caminamos unos 10 minutos. El calor es intenso. Ponerse bloqueador es la mejor opción para no quemarse. Poco a poco nos vamos acercando a uno de los regalos más hermosos que he visto en mi vida. La Poza Azul.

-Aquí viven unos seres milenarios conocidos como estromatolitos-, dice Jorge y agrega:

-Los estromatolitos se encuentran amenazados gracias al nivel de agua freático existente en el subsuelo; con el consumo excesivo del vital líquido, las industrias cercanas, provocan una alteración irreversible. Este lugar es de interés mundial para investigadores de diversas disciplinas. Han venido alemanes, italianos, ingleses, para estudiar la flora y fauna. Nosotros nos sentimos orgullosos de contar con este paraíso y a todos los visitantes, les pedimos respeten la naturaleza y que no contaminen.


El mensaje de Jorge me ha conmovido tanto. Es realmente encantador saber que los habitantes valoran su patrimonio natural y  que lo conservan. Más adelante le pregunto si el gobierno llevó a cabo alguna iniciativa a lo que me responde que es un trabajo en conjunto pues ellos viven del turismo y están contentos de que cada vez más, se conozca el Área Natural Protegida.

-A nuestros hijos les enseñamos el oficio de guía. Queremos crear conciencia en la afectación ambiental si esto, llegase a desaparecer-.



Al terminar nuestra breve charla, me doy cuenta que el grupo nos rodea y lo mira con admiración. Le agradecemos y nos despedimos de él.  


El siguiente punto del recorrido: Las Dunas de Yeso. No entendí porqué se les nombraba así hasta que conocí el lugar. La apreciación del paisaje que se pierde en la inmensidad del desierto, su arena así como la silueta de su vegetación, dejan hipnotizado a cualquier visitante.


Hubo un momento en donde me senté para admirar el atardecer que poco a poco el sol despedía con algunos destellos rojos y naranjas enmarcados por las montañas que me rodeaban.



Es casi de noche y la única luz que nos puede acompañar es la de la luna. El guía nos pide subir a la camioneta. Doy vuelta atrás para tomar la última fotografía y veo a lo lejos a unas personas arriba de una montaña. Vaya, creo que sí voy a regresar…






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