El despertador sonó exactamente a las 04:00 am. Para mi gusto, es muy de madrugada. Aún así, me pongo en pie y alisto mi pequeña mochila para emprender el viaje. Una camioneta espera afuera del hotel donde me hospedo. Abordo la unidad y, mientras esperamos a los demás pasajeros le pregunto al guía: - ¿En cuánto tiempo llegaremos a Cuatrociénegas? - Fíjese señorita que desde aquí de Saltillo, estaremos por el centro de Cuatrociénegas como a eso de las 09:30 o 10:00 am. El camino será algo largo, pienso. Llegan los demás pasajeros y partimos a las 04:30 am. Durante el camino, se puede apreciar la variedad de colores azules y naranjas que van desvaneciéndose con el amanecer. La vegetación también cambia: los nogales, piñoneros y otros arbustos se van transformando en otra vegetación que sólo en fotos había visto. Una ilegible figura se vislumbra desde lo lejos en lo alto de una montaña. Es el Varón de Cuatrociénegas, Don Venustiano Carranza, q
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